miércoles, 27 de julio de 2011

El hombre de Pavlov - Sujeto 13


Informe del sujeto número 13:
Se inicia el proceso una vez más. Los errores cometidos en sujetos anteriores han sido corregidos e implementados en el proceso. El informe se comenzará a llenar con la llegada del sujeto número 13 al edificio.
/El sujeto fue traído poco después del mediodía. El método utilizado para raptarlo fue completamente distinto al usado en sujetos anteriores. Esta vez no fue sedado. Se estudió su rutina y así se pudo determinar que a las 12 de cada día caminaba hacia su casa, recorriendo eventualmente en su trayecto una solitaria calle. Nuestro equipo lo acorraló. Llevaban armas de fuego visibles, con el fin de atemorizarlo. Fue inmovilizado, luego se le vendaron los ojos y se le ataron manos y pies. Fue dejado en la habitación y luego se le retiraron los trapos y lazos./ El sujeto sigue consternado. Ha parado de llorar y gritar, dejó de dar golpes contra las paredes. Ahora solo gime. Pregunta sobre quiénes somos y porqué está allí. Sin embargo el contacto humano no se realiza desde que se le quitaron las vendas.
/Se le suministró la primera comida al sujeto. Tardó un poco menos que el promedio en comérselo. Se confirma que el medicamento está en su cuerpo y se continuará con la dosificación.
/Se comienza el primer ensayo de comportamiento. El sonido de la campanilla se ha puesto en reproducción, con volumen alto. El sujeto parece más desubicado. Mira a todos lados tratando de encontrar la fuente del sonido. /El sonido se prolongó por 10 minutos sin hacer nada más. El sujeto se tapa ambas orejas, tratando de eliminar el sonido. Grita para contrarrestarlo. Pero parece inútil. Al parecer, no deja de oírlo. Se procede a comenzar con el estímulo. Se utilizan 3 perros adiestrados. Intentarán atacar al sujeto no lo tocarán y mucho menos lo matarán. Se utilizarán cadenas para ocultar el adiestramiento y lograr aparentar el mayor realismo posible. Además, mientras el sujeto dormía, se introdujo una silla en la habitación que se espera utilice como arma o defensa. Esto servirá para estimular su reacción. / Se ha realizado el primer estímulo con los perros y los resultados fueron satisfactorios. El sujeto reaccionó como se esperaba de manera inmediata. Se tiró hacia la pared opuesta a la entrada de los perros. Tomó la silla. Por unos segundos estuvo quieto contra el muro. Los perros saltaban hacia él pero las cadenas no eran lo suficientemente largas para permitir que lo alcanzaran. A pesar de todo, su reacción violenta no tardó en aparecer. Tomó la silla y aprovechándose de la limitación de los perros, se acercó y luego les asestó varios golpes. Logró matar a uno. Otro quedó algo herido. El tercero no logró atacarlo porque se retiraron los animales inmediatamente después de la reacción deseada en el sujeto. La campana se prolongó por unos minutos más. / El ensayo con los perros fue repetido 5 veces más. Las reacciones fueron cada vez más violentas. Pero se decide cambiar el estímulo para fomentar la actividad cerebral en el sujeto. Este fue trasladado a una nueva habitación amoblada especialmente para la situación. Aparenta ser un cuarto. Tiene una cama, una mesita de noche, un baño, una silla mecedora. Y en una de las paredes hay una ventana con un vidrio de seguridad. El sujeto pareció sentirse más cómodo y tranquilo aquí. Se prolonga su estadía sin ensayos por dos días más./ Se inicia un nuevo ensayo. El sonido de la campanilla comenzó. Los resultados son ampliamente satisfactorios. La reacción del sujeto fue instantánea. Al comenzar el sonido, corrió hacia la silla y la agarró, sosteniéndola como un arma, igual que con los perros. Se inicia un incendio controlado dentro de la habitación. El sujeto identifica rápidamente la ventana como su vía de escape. Golpea fuertemente el vidrio repetidas veces sin resultado alguno. Grita lleno de ira. Se dejará extender el fuego lo suficiente para quemarlo, para dejarle marcas permanentes. Se espera que el dolor y el daño causado intensifiquen su ira, fomentando el estímulo deseado. /Han pasado tres meses desde el último ensayo. El sujeto se ha recuperado completamente. Está en una habitación con espejos. Se mira, decepcionado, triste, cada una de las marcas en su piel. Se realizarán el ensayo final, para verificar los resultados del sujeto número 13. Se reproduce el sonido de la campana. Reacciona de manera violenta. No se detiene hasta que el sonido deja de reproducirse. Entonces se queda sentado, quieto y en silencio.
Los resultados son satisfactorios. El sujeto número 13 significa un gran avance y acercamiento a la culminación del proyecto. Se recomienda realizar nuevos ensayos en otros sujetos, utilizando el mismo modelo que se usó en el sujeto número 13 antes de aplicarlo a nuestros soldados. Se declara como finalizada esta investigación. Se espera la decisión del consejo para proceder. 
Fin

Por Camilo

jueves, 21 de julio de 2011

El hombre de Pavlov- Sujeto 12

Informe del sujeto número 12:
Se inicia el proceso una vez más. Los errores cometidos en sujetos anteriores han sido corregidos e implementados en el proceso. El informe se comenzará a llenar con la llegada del sujeto número 12 al edificio.
/El sujeto fue traído esta noche. Fue raptado en su hogar. No hay testigos confirmados. Se espera que su desaparición se haga evidente en unos días. Eso dará tiempo suficiente para borrar el rastro de nuestra organización. Fue sedado y aún duerme. Está en la habitación. Todo contacto humano ha sido deshabilitado./
/El sujeto despertó hace algunos minutos. Su reacción fue tal como se esperaba. Primero comenzó a arrastrarse por la habitación, sin despertar del todo de su letargo. Luego de realizar un reconocimiento del cuarto y ya un poco más lúcido entró en pánico. Comenzó a gritar y golpear los muros. Se esperará un poco más antes de comenzar con el tratamiento./
/Se le suministró la primera comida al sujeto. No fue necesario contacto para hacerlo. Fue introducida a la habitación por medio del cajón instalado en uno de los muros. El sujeto tardó bastante tiempo en tocar el alimento. Quizá temiendo encontrar más sedantes en este. Sin embargo al final se ha consumido completamente el plato. Esto confirma que el medicamento ya está en su cuerpo. Se continuará con el proceso alimenticio. /
/Se inicia el primer ensayo de comportamiento. El sonido de campanilla es constante. El sujeto parece escucharlo. Se procederá a proyectar las imágenes sobre uno de los muros, que servirá como pantalla. /  El sujeto reacciona con miedo pero también con curiosidad. Al principio, cuando se inició el sonido y se proyectaron las imágenes se tiró en una esquina mientras cubría su rostro con sus brazos. Unos segundos después comenzó a mirar la pantalla. Alcanzó a ver casi todo el video. El volumen del sonido fue aumentado gradualmente durante la secuencia. / Las imágenes utilizadas tienen un alto contenido de violencia explícita. No hay cambios notables en el comportamiento de 12. Será sometido a tres sesiones de dos horas cada día: Una en la mañana, una después de darla el almuerzo y una tarde en la noche. Las horas han sido elegidas porque se espera que en esos momentos el cansancio o sueño se hagan presentes, entorpeciendo su mente. Se realizará un nuevo informe cuando se hayan cambios notables en su comportamiento./ El sujeto parece reaccionar de forma negativa al tratamiento. Ya han transcurrido dos meses desde la primera sesión y se han realizado tres por día sin excepción. Se ha realizado un ensayo de comportamiento. Se ha reproducido únicamente el sonido de la campanilla sin las imágenes. El sujeto reaccionó. Pero su actitud fue de miedo. Se realizarán dos intentos más antes de tomar una decisión./ La campanilla fue reproducida en tres ocasiones sin incluir las imágenes. El sujeto reaccionó de la misma manera. Se atemorizó y se tiró al suelo a llorar por su vida. Se esperaba un comportamiento opuesto. Se esperaba una reacción violenta, acorde a las imágenes.
Se califica como fallido el experimento con el sujeto 12. El proceso será estudiado antes de utilizar un nuevo sujeto. Los errores de este proceso serán corregidos. Se cierra el informe del sujeto número 12.
Continuará...

Por Camilo

sábado, 9 de julio de 2011

Habitación (Parte 3)

Los días siguieron pasando, pero para él nada cambiaba. La habitación era la misma. Solo en algunas ocasiones sentía que todo se hacía más pequeño, que las paredes se estrechaban. En esos momentos la desesperación y el miedo se apoderaban de él. Pensaba que no habría refugio en ninguna parte, ni siquiera en su mente. Allí también sentía que fronteras invisibles encerraban su pensamiento, entorpeciéndolo, derribando su fortaleza, convirtiéndolo en un ser vulnerable, un animal desprotegido. Y entonces estaban esos seres blancos que venían en esos angustiosos momentos. Le daban sustancias, tal vez medicamentos y lo inyectaban. Poco a poco se calmaba hasta entrar en un profundo sueño. Cuando se despertaba, le era imposible determinar cuánto había dormido o cuánto llevaba allí. No tenía referencias que le ayudasen a ubicar eventos en el tiempo. Solo esa maldita luz blanca que venía de una lámpara en el techo, siempre igual de brillante, ocultándole la noche o el día.
Un día se percató de lo arrugadas que estaban sus manos, de lo vencido que sentía su cuerpo. Se dio cuenta que debía llevar allí mucho tiempo. Había envejecido tanto; tenían que ser años. La sensación de encierro había desaparecido recientemente. Ya no había vuelto a sentir que todo se estrechaba. Pero esa maldita pregunta seguía rondando su cabeza y la respuesta aún se le escapaba. Un objeto. Parecía tan sencillo. Pero la respuesta implicaba tantas cosas. Esa pregunta se había instalado en su mente como un parásito, ocupando toda su atención, reemplazando otras preocupaciones, recuerdos, ideas, opiniones. Su mente se había convertido en una hoja en blanco completamente exceptuando esa única pregunta.
Ocultó su preocupación y pronto una puerta se abrió y pudo salir de la habitación. Fue evaluado por médicos y psicólogos. Luego pudo regresar al mundo. El manicomio donde había estado por tantos años aparentaba ser un lugar apacible. Al menos ya no debía estar metido en la terrible habitación blanca. La pregunta seguía allí, pero ya no era una torpe y vulnerable persona. Ocultaba su preocupación y fingía mejorar más. Logró engañarlos, pues en unos meses pudo salir, regresar, más que al mundo, a la sociedad, a la civilización, al lugar de las personas racionales.
Caminando por el centro regresó a las librerías que tanto le gustaban. Pero entonces pudo verse en el reflejo de una vitrina, todo viejo y acabado. Era muy diferente de la persona que había visto por última vez en el espejo. Al notar su estado, dos decisiones se implantaron en su mente y casi como una máquina, se dispuso a llevarlas a cabo.
Fue a la casa de un sobrino, que antes era un joven, pero que ahora encontraba como un hombre maduro. Apenas le dio un saludo para luego decirle eso que tanto ansiaba: “He estado allí, en un cuarto vacío. Un cubo con paredes, techo y suelo iguales, donde tu único sentido de ubicación lo tienes porque la gravedad mantiene tus pies abajo.” Repetía de memoria las mismas palabras que había pronunciado su amigo durante el encuentro tantos años atrás. Terminó con la misma maldita pregunta: “¿Qué objeto calmaría la soledad, el miedo, la irracional idea de pasar el resto de tu vida encerrado en un cuarto? ¿Tú que escogerías?” Pudo ver la cara de estupefacción, de preocupación y de miedo de su sobrino. Luego, sin despedirse se fue directo a su casa. Allí pudo por fin resolver la pregunta que lo había enloquecido. Fue a su habitación, al armario y de allí, en el fondo de un cajón extrajo el objeto que quería tener. Se encerró en el baño y mientras todo se hacía más estrecho, acercó el frío cañón a su sien. 
Fin

Por Camilo

domingo, 3 de julio de 2011

Habitación (Parte 2)

Esa noche, ya en su casa, se sentó, tratando de leer el nuevo libro pero no pudo. Era incapaz de concentrarse. La pregunta seguía rondándolo. Pero le parecía extraño. No comprendía porque pensaba en eso. Era una pregunta formulada por un loco. No tenía sentido. Responderla era inecesario. Y sin embargo pensaba en una respuesta, aunque no la encontraba. Se sentía incómodo, incluso en su propio hogar. Sentía que las paredes y el techo del salón donde estaba sentado comenzaban a cerrarse, creando un cubo a su alrededor, sin salida, dejándolo ahí solo, con el libro y nada más. Sudaba de temor. Se sentía encerrado. ¿La eternidad, en una habitación, con un libro? No era el objeto que quería. Salió de la casa casi ahogado, pues sentía que todo se hacía más estrecho. Afuera el silencio reinaba. Las nubes ocultaban la luna y las estrellas. Las luces del interior de su casa iluminaban tenuemente el jardín donde se encontraba. Estuvo allí parado bajo el cielo, en la fría noche, hasta que logró tranquilizarse de nuevo. Entonces volvió a entrar y se dirigió a su habitación.
En toda la noche no pudo dormir ni un poco. Se sentía abrumado, encerrado en aquel cuarto, estrechándose sobre él, atrapándolo para siempre. Buscaba un objeto que calmase su temor, pero no había nada lo suficientemente valioso.  El tiempo se le hacía más largo y la casa más estrecha. Estaba por enloquecer. Deseaba no haber tenido ese encuentro en la tarde.
En medio de la oscuridad vio aparecer una pequeña llama. Notó que tenía un encendedor entre sus manos, apretándolo del mismo modo que lo había hecho su amigo durante su encuentro. La débil luz le dio tranquilidad. Iluminaba poco pero sentía que al menos podía verificar que la habitación no se estrechaba sobre él. Era una luz que iluminaba sutilmente su alrededor. La tibieza que emanaba lo tranquilizaba. Sentía que su temor huía a lugares más ocultos de su mente mientras la llama estaba presente. Pero entonces, tal vez por haber dejado la llama mucho tiempo, esta comenzó a debilitarse. Alrededor de él, la esfera comprendida en el alcance del fuego comenzó a hacerse pequeña. Dejó de ver los objetos de su habitación hasta que no quedaba nada más que él en su cama.  La oscuridad se abalanzó demasiado rápido encerrándolo, dándole movilidad únicamente en la cama. Ahora la llama también lo atemorizaba. Las sábanas se estrecharon demasiado. De repente había más fuego, más luz, quizá demasiado.
El calor se hizo intenso, apareció un olor a humo. Perdió la conciencia.
Solo recordaba confusas y borrosas imágenes. Sentía un fuerte dolor en la piel. Pero no podía moverse. Veía personas vestidas de blanco, acaso ángeles que lo rondaban en su final. Un día vinieron dos ángeles y se lo llevaron. ¿Había muerto? ¿Era así como se iba al cielo? No era que creyese mucho en una vida después de la muerte, pero ahora que enfrentaba su final, su alma se había acobardado y no pudo evitar las lágrimas.
Cuando recobró la lucidez, solo podía ver blanco. Era casi como si estuviese flotando en medio de una blanca nada. Solo sentía el suelo bajo sus pies. Comenzó a tantear torpemente el lugar donde estaba: una habitación cuadrada. Entonces buscó en sus bolsillos algún objeto mientras pensaba de nuevo en la pregunta que lo había enloquecido. Pero no encontró nada, ni en su ropa ni en su mente.

Por Camilo