A pesar de estar extrañados, sus amigos desconocían el desenlace de
todo. Sucedió un día mucho después. Las rarezas, a fuerza de rutina, poco a
poco se convertían en normalidad. Y su comportamiento, reservado y agresivo ya
no resultaba tan intrigante.
Estaban reunidos en un pequeño salón, como solían hacerlo normalmente.
Él también estaba, sentado en una esquina, y no había hablado nada en toda la
tarde. Y el día se desarrollaba de manera habitual, sin eventos fuera de lo
común que en definitiva, lo obligaban a quedar en el olvido. Después de todo,
son los hechos extraordinarios los que ayudan a grabar en la memoria los días.
De lo contrario, pasan inadvertidos y la vida continúa normal.
Afuera llovía torrencialmente, por lo que habían cerrado la puerta y
las ventanas para evitar que el agua entrara a la habitación. De repente, un
relámpago iluminó todo con una enceguecedora luz, seguido casi al instante por
un ensordecedor trueno. Las luces se apagaron por unos instantes, pocos
segundos, antes que regresaran acompañadas por el habitual sonido de la planta
de energía de emergencia. Pero él ya no estaba allí. Extrañados comenzaron a
buscarlo por todos lados. Pero les resultaba absurdo. La luz se había ido por
segundos. Ese tiempo no era suficiente para que él llegase siquiera hasta la
puerta de la habitación sin ser visto. Además, ni esta ni las ventanas se había
abierto en el breve momento que todo duró. Había estado allí sentado y segundos
después, como sí nada, se había ido. Reunieron sus versiones del momento,
tratando de reconstruir de manera fiel aquellos instantes. Pero pronto la
historia se fue llenando de elementos fantasiosos, impuestos por sus mentes,
que, anonadada y confundida, no logró actuar de manera normal. Quizá lo que se
cuenta aquí ocurrió de manera diferente. Pero nunca se volvió a saber nada de
él.
Excelente. Un cuento fantástico con todas las letras.
ResponderEliminarMe gusta el juego de lo normal-habitual contrastando con el género del cuento y su desenlace.
Saludos
Extraordinaria la relación entre "normal" y "habitual", un cuento de esos maravillosos que logran expresar más allá de lo que escriben; en la intrínseca sabiduría de tus letras uno encuentra el lugar para desarrollar una interpretación propia, donde sobran las palabras porque todo está dicho en el argumento, en sus movimientos.
ResponderEliminar"Las rarezas, a fuerza de rutina, poco a poco se convertían en normalidad", esa frase lo dice todo.
te felicito Camilo, has escrito un cuento fantástico, sublime.
Muchas gracias por compartirlo, un fuerte abrazo.
Lucas Fulgi: El desenlace pudo ser diferente. Pero este relato es, precisamente, una idea suelta que llegó a mi mente un día cualquiera y la plasmé tal y como era. Pero veo que le gustó el final que tuvo, a pesar que a mí, personalmente, al principio no me convencía. Gracias por comentar.
ResponderEliminarJuan Ojeda: A primera vista, la repetición de "normal" y "habitual" parece ser demasiado redundante. Solo leyendo se da uno cuenta que le agregan una carga emocional, un frenesí necesario. Me alegra tener ya una cita extraída de mis textos. Gracias por comentar.