martes, 4 de octubre de 2011

¿Sociedad o lo de Afuera? (Parte 3)


Democracia. Si querían ser un grupo civilizado, si querían establecer una especie de sociedad mientras estuviesen allí dentro, el líder debía ser elegido de esta forma.
-Tiene que ser un hombre porque tiene que tener carácter –propuso Jorge.  Nadie objetó. Muchas de las mujeres no estaban de acuerdo pero no se atrevían a contrariar a un hombre.
En poco tiempo organizaron una improvisada urna y rasgaron las hojas de un cuaderno. Cada uno escribió un nombre en el papel y luego lo depositó  en la caja. El conteo de los votos fue casi inmediato. Todos estaban nerviosos pues sentían que en realidad estaban eligiendo el gobernante de su nueva sociedad, aquel que los guiaría en los momentos de dificultad. ¿Acaso era correcto pensar así? Después de todo, el ganador era un hombre más; y como todos, le temía a lo de afuera; como todos, también sentía ira; como todos, podía equivocarse.
Alberto ganó por una notable diferencia. Todos excepto Jorge se alegraron pues veían en Alberto un símbolo de seguridad.
Los primeros días no fueron mayor problema. Pero ahora que habían bloqueado las salidas de la casa, limitando su espacio aún más, algunos se sentían incómodos. La comida también era un tema preocupante. Tras el último balance, Alberto les había dicho que tenían alimento para 5 días más. Había mentido. Les quedaba para 2 días máximo.
Sin embargo, la mañana siguiente, Alberto se enteró de algo que lo puso entre la espada y la pared. Descubrió que alguien había robado parte de la comida que tenían almacenada. Y entonces no supo que hacer: Acusar a alguien podría desencadenar una disputa, lo cual no era conveniente debido a la tensión que se vivía en esos momentos. O podía ocultar lo ocurrido, aunque todo tenía que saberse en pocas horas, cuando el alimento se acabase por completo.
Preocupado, se acercó a su mujer, quizá la única persona del grupo en quien confiaba, y le contó lo que había sucedido. Decidieron comentar inmediatamente el tema con los demás. A pesar de solicitar control y respeto, la noticia genero una fuerte discusión. Jorge se atrevió a acusar directamente a Teresa. Otros hombres trataron de hacerlo retractar de lo que decía, hacerlo pedir disculpas por las acusaciones sin fundamento. Él se negó y pronto la discusión llegó a los golpes. Un ruido seco silencio al grupo. Todos dieron un paso atrás, excepto Felipe, quien se quedó apretando sus manos contra el vientre mientras la sangre comenzaba a manchar su camisa. Rafael, aún sorprendido, dejó caer el revólver. Todos permanecieron en silencio alrededor de Felipe, quien comenzaba a retorcerse de dolor hasta caer al suelo inerte.
Entonces todos se dieron cuenta que lo de afuera, eso que tanto los atemorizaba, había logrado entrar.

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