lunes, 6 de junio de 2011

Catarsis (Parte 1)

Aquella noche, a las afueras del teatro del pueblo, una gran multitud se hallaba reunida, todos expectantes al evento que supuestamente cambiaría su cultura. Por semanas un simple y corto mensaje que daba apenas una vaga idea de lo que se refería era suficiente para dejar curioso a cualquiera. Un cartel colgado en la entrada del teatro y algunas reproducciones más pequeñas, puestas en diferentes sitios del pueblo contenían el mensaje que tanto había dado de que hablar: “Pronto usted podrá presenciar una forma nueva y diferente de ver el teatro. Tenga cuidado”
Las personas que esperaban afuera para ser las primeras en presenciar la gran presentación, se habían engalanado con sus mejores prendas. La clase y elegancia pululaban en el ambiente. El vocerío, que parecía reflejar la ansiedad del público, era un monótono zumbido que terminaba por darle a la escena un entorno inquietante. De repente el silencio avanzó por entre la multitud mientras una voz cada vez más dominante hacía un llamado a todos los presentes. Su invitación terminaba con semanas de agonía, de una larga espera por descubrir lo que se anunciaba; por fin comenzaría el acto tan esperado. Todas las miradas fueron recayendo en un hombre de baja estatura que estaba parado junto a la entrada del edificio, con vestimentas poco usuales y un maquillaje pintoresco, dando la impresión  que el sujeto pareciese haber salido de una historia extravagante, sólo para invitar a la multitud a entrar a un edificio que los llevaría a una dimensión quimérica.
-Bienvenidos todos ustedes –comenzó a hablar el hombre una vez logró acallar a la multitud- Créanme, he esperado esta noche con mucha más ansiedad de la que noto en ustedes. Esta idea me ha surgido hace ya mucho tiempo y es apenas hoy que por fin logro presentar mi trabajo. No ha sido fácil, pero por fin la hora ha llegado. No quiero seguir hablando, pues recaería en lo que he tratado de eliminar con mi idea.  Por eso los invito a entrar al teatro, donde verán lo que tanto hemos esperado. Solo quiero advertirles una cosa. El dramatismo de  la obra puede resultar perturbador. Sin embargo, permitirles retirarse antes del final impediría desarrollar mi idea. Por eso, una vez se cierren las puertas, quedarán selladas hasta que la obra esté completamente finalizada.
Una pieza de música instrumental, de tono melancólico un poco atemorizante comenzó a sonar, proveniente del interior del teatro. El hombre se escabulló por una pequeña puerta lateral y a continuación se abrieron sendos portones del edificio, como una boca hambrienta, a través del cual no se veía más que oscuridad.
Los primeros pasos fueron titubeantes pues la escena tenebrosa era casi real. Pero poco a poco la multitud fue engullida por el edificio. Tras el último de todos, las puertas se cerraron estrepitosamente. La calle quedó en un silencio sepulcral.
En el interior, la escena no era más atractiva. La oscuridad era casi total. Apenas algunas antorchas iluminaban el interior de manera cansina con una luz inquieta. Estaban en un largo corredor. A medida que el grupo iba pasando, las antorchas se iban apagando, dejando un abismo a sus espaldas y obligándolos a seguir el único camino: hacia delante. Finalmente llegaron al salón central del teatro. La iluminación allí no era mejor. La multitud, confundida, se detuvo en la entrada. Aparecieron negras figuras, como espectros, que guiaron al público hasta ubicarlos a todos en las sillas para luego desaparecer del mismo modo que habían llegado. No se escuchaba ni un murmullo. El público parecía un grupo de almas desorientadas, esperando un Caronte que los guiase en la oscuridad perpetua. No sabían a dónde mirar y no brotaba ninguna expresión de sus bocas.  Por un momento que pareció eterno, las tinieblas que envolvían todo generaron la sensación de no estar en ningún lugar. Todo allí adentro era indiferente al mundo exterior. Cualquier cosa que pudiese ocurrir, transcurriría sin que el exterior llegase siquiera a inmutarse.
Una luz rojiza se encendió sobre el escenario y atrajo todas las miradas. Una silueta se recortaba contra el fondo de color carmesí. Su posición contra la luz evitaba que se viera algo más que su negra figura. 
Continuará...

Por Camilo

4 comentarios:

  1. Apa, nos quedamos con la intriga. ¿Qué clase de teatro veremos? A esperar se ha dicho!

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  2. Netomancia, Natalia y LePerdu, claro que tiene una continuación. El problema es que se me ha salido un poco de las manos y la idea que tenia inicialmente se está conviertiendo en un texto más largo de lo que esperaba. Trataré de subrilo al menos cada dos días. Gracias por visitar.

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