sábado, 21 de mayo de 2011

Me ama...no me ama...

Una suave brisa arrastraba delicadamente las hojas secas de un árbol cercano. Y era ese el único movimiento de aquel marchito paisaje. Parecía como si la vida huyese de aquel lugar y solo tonalidades tristes tiñesen el horizonte.
El cielo se estaba tornando opaco. Pero aquella solitaria figura lo ignoraba por completo. El joven entraba con total armonía en el mustio cuadro.  Tenía la cabeza gacha, haciendo que sus cabellos juguetearan con el viento. Su cuerpo permanecía inmóvil a excepción de sus manos. En la izquierda sostenía una margarita y con la derecha se disponía a hacer ese reconocido juego. Se sentía tonto y sabía que los resultados no eran más que absurdas conclusiones pero de alguna manera se sentía obligado a hacerlo, como si quisiese corroborar algo que ya sabía. Había permanecido allí por varios minutos, sus manos  prestas a comenzar. Pero no lo hizo hasta que el sol se ocultó tras la línea marcada por las distantes colinas y todo quedó dominado bajo aquella luz grisácea que le precede a la noche.
Al comenzar, ninguna emoción dominaba su ser. Pero sabía que en el transcurso del juego iba a revivir olvidadas sensaciones. Sin prisa, empezó.

-Me ama –dijo en un murmullo mientras arrancaba el primer pétalo de la flor. “La primera vez que la vi, fue un momento mágico.  Era demasiado romántico, pero no lo encontraba chocante. Su belleza me había cautivado. Fue en el parque, junto al lago. Recuerdo que estaba acostado sobre el pasto, leyendo un libro. En ese momento levanté la vista y miré el camino que serpenteaba por la orilla. Ella caminaba lentamente, admirando el paisaje. Al principio, su oscuro cabello ocultaba su rostro. Pero se volteó y me miró. Su mirada aceleró mi corazón.  Quedé absorto, como si estuviese observando el paraíso mismo. Ella sonrió. Intenté imitarla pero encantado con su belleza apenas pude mostrarle una estúpida mueca. Me ruboricé. Ella se rió aún más.
-No me ama – dijo arrancando el siguiente pétalo. “Sentí deseo de mirarla eternamente. Verla reír, aún cuando se burlaba de mí, fue maravilloso. Su dulce rostro tras aquella encantadora sonrisa me tranquilizaba.  También me reí. Inesperadamente asumí una conexión. Tontamente pensé que también ella se había enamorado. Pero fue como una puñalada en el corazón verla seguir por su camino, como si lo que acababa de ocurrir hubiese sido algo sin importancia.
-Me ama. “Al día siguiente compré un ramo de flores y regresé al mismo lugar a la misma hora, esperando volver a verla y por supuesto invitarla a sentarse a mí lado. Pero nunca paso por allí. Y sin embargo, como un completo tonto, regresé día tras día. Las flores marchitaron pero compré más. Una semana después, con el alma debilitada y pronto a desistir, la volví a ver. Decidido a no desperdiciar nuevamente el momento, esperé a que ella también me mirase y con un gesto la invité a sentarse a mi lado. Cuán grande fue mi alegría cuando accedió. Hablamos de muchas cosas, mientras mi corazón latía fuertemente al tenerla cerca. Terminando la tarde la besé.
-No me ama. “Noté duda en su reacción. Al principio permitió el beso. Pero luego apartó mi rostro con su mano. Dijo que estaba comprometida. Fue devastador. Me contó que su padre, un adinerado hombre del pueblo, había cuadrado su unión con un hombre de sangre noble. Y yo, un humilde lacayo sin oportunidades en el mundo  no tendría nada mejor que ofrecerle. Mi alegría se deshizo como un puñado de cenizas al viento. Intenté ocultar mi decepción, pero creo que ella lo notó. Pronto nuestra conversación llegó a su fin y tomamos caminos diferentes. Mirarla mientras se alejaba solo sirvió para destrozarme más. Arrojó el ramo que le había obsequiado al lago. Mi ánimo se hundió más rápido de lo que lo hicieron las flores.
-Me ama. “Aunque me sentía derrotado, no podía dejarme vencer sin antes haber dado la pelea. Regresé al parque con la intención de volverla a ver. Esperé varios días hasta que de nuevo la vi y la invité a sentarse a mi lado. Nuevamente hablamos toda la tarde. Ambos eludíamos hablar sobre su matrimonio, como si lo hubiésemos acordado. Me complacía verla reír. Nuestra conversación fue aparentemente agradable pues sin darnos cuenta cayó la noche. Ella se sorprendió y detuvo súbitamente nuestro encuentro. Dijo que debía haber llegado a casa mucho antes y temía que la fuesen a reprender. Apenas me pude despedir mientras la veía caminar apresuradamente. Le grité que allí mismo la esperaría el día siguiente.
-No me ama. “Esperé impacientemente toda la tarde. Pero ella no aparecía por ningún lado. De repente se me acercó un hombre y me entregó un papel. Me advirtió que debía guardar el secreto y no decirle a nadie de quien había lo recibido. Impacientemente lo abrí y extraje una nota. Era de ella. Había sido castigada. Había dicho que su retraso se debía a que se había quedado dormida en el parque. Sabía que si su padre se enteraba de nuestros encuentros,  mi muerte sería inminente. Y por mi seguridad había decidido dejar de visitarme. Una vez más había destrozado mi corazón. Pero se me ocurrió algo muy arriesgado.  Busqué al hombre que me había dado el sobre y logré verlo. Ya estaba algo lejos. Corrí tras de él y lo seguí hasta una elegante mansión.
-Me ama. “Me escondí tras un árbol de modo que los dos soldados que custodiaban la puerta no me viesen. Miré la casa, esperando encontrar la ventana de su habitación. Sin argumentos, había asumido que ese era su hogar. Me sentí el hombre más afortunado al ver que ella se asomó por una de las ventanas del segundo piso. Esperanzado, comencé a agitar los brazos hasta lograr captar su atención. Ella me vio y sonrió. Reconocí en aquella sonrisa la alegría que sentía al verme."
-No me ama. “Pero luego me miró con lástima. Junto a ella apareció un joven (probablemente su prometido) y ella lo abrazó cálidamente mientras me miraba por encima de su hombro. Aquel gesto deshizo hasta la última esperanza que me quedaba. Me quedé allí, estupefacto, esperando a que el hombre se retirase. Mi mente era una confluencia de ideas pero tomé una decisión. En el mismo papel que ella me había enviado la nota, escribí en la parte de atrás un nuevo mensaje. Le rogaba que me concediese un último encuentro. Envolví una piedra con la hoja y al cerciorarme de que no había nadie en la habitación, la lancé.”
-Me ama. “Al día siguiente acudí al lugar donde la había citado, deseando fuertemente que también ella asistiese. Llegué unas horas antes de lo que le había dicho para preparar bien lo que quería hacer. Una vez que todo estaba listo, muy ansioso, me senté a esperarla. Había escogido un sitio apartado y algo desconocido, por lo que su tardanza no me extrañó. La vi salir tras un giro del sendero, algo tímida y dubitativa. Me alegró saber que había hecho caso a mi invitación. Sin darle más giros al asunto me dirigí directamente a lo que quería decir.
-No me ama. “Solo quería darle una última oportunidad a la relación que no había permitido nacer. Pero se negó tajantemente. La besé, agarrándola con mis manos para evitar que se negase. Me abofeteó. Fue aquello lo que más aflicción me causó. Si el mundo no me permitía contemplar su belleza, entonces yo no se lo permitiría al mundo.  El dolor y el arrepentimiento me inundaron.

Aún sostenía el tallo de la flor en su mano izquierda mientras repetía esa última frase: “No me ama. No me ama. No me ama…”. Aquel estúpido juego solo le recordaba algo que ya sabía. Y por saberlo era que acababa de cometer al más vil acto. Se sentía afligido pero no arrepentido. Sabía que hacerlo había sido necesario, aún siendo doloroso. El viento le arrebató el último pétalo de su mano derecha. Dejó caer el desnudo tallo sobre la recién cavada tumba mientras sentía sus manos sucias. Su rostro, al igual que su alma, estaba devastado  por la melancolía. Caminó hacia un árbol cercano, se subió a un banquillo y envolvió el letal lazo alrededor de su cuello. Y fue allí, bajo las últimas luces del día que terminó la trágica historia de una relación de amor sincero que nunca pudo ser.
Por Camilo

3 comentarios:

  1. Camilo, muy buena historia. Me veía venir el final, pero no por eso no dejé de disfrutar el texto, escrito con maestría. Excelente! Saludos!!!

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  2. ¿Tan predecible es? Jaja. Gracias por visitar.

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  3. Hola Camilo, no, no es tan predecible, sucede que acostumbrado a escribir pensando bastante en el final, pensé que podía terminar de una manera, que me parecía que era cómo yo lo hubiese terminado y me encontré con que tomaste ese rumbo. Por eso te digo, que el cuento me gustó mucho, más allá de haber acertado ciertas cosas de la idea.
    Te mando un abrazo!

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